Oídos Sordos | Decápolis
Qué irracionalidad el compás al que pisa la gente. Como si no hubiese nada de lo que se deban preocupar. Nada por qué correr, nadie a quién temer, nada que lo eche a perder. Sumidos en la enajenación, y oídos sordos a esa voz. Los problemas y los contratiempos se atenuaron ya. No hay malestar ni enfermedad que debamos curar. Pero si hay necesidad la vamos a enfrentar. Los problemas y los contratiempos se atenuaron ya. No hay malestar ni enfermedad que debamos curar. No hay distancia, no hay impedimento que nos puedan abatir. La corriente de este mundo no nos puede hacer morir. A quienes caemos, equívocos, en errores evitables, una y otra vez. Para nosotros, que cada tanto olvidamos nuestros nombres.